lundi 1 décembre 2014

MUJER MARROQUI...mujer sumiza...



Los bares en Marruecos tienen dos rasgos fijos: sólo hay hombres y nadie bebe alcohol. El alcohol es porque el islam lo prohíbe. Puede encontrarse alcohol y hay bares que lo sirven, pero casi nadie lo bebe en público. En Marruecos se consume mucho té, café y refrescos.compitado  relato

por Giggetta Mazzamuto
Escritora
MENDOZA.ARGENTINA






texto del escritor Español  Jordi Pérez Colomé

El trato a las mujeres es más grave. Fui en bus de Essaouira a Casablanca. Son unas seis horas por campos. Me aburría con el paisaje amarillo y me dediqué a contar durante media hora cuántos hombres y mujeres veía desde la ventanilla. Ganaron los hombres 291 a 43. Más de seis hombres por cada mujer. Todas las mujeres que vi iban con velo -la inmensa mayoría con hiyab, el que cubre pelo y cuello-, estaban lejos del centro de los pueblos y a menudo acompañadas por niños. Los hombres en cambio dominaban en las calles y tiendas de los pueblos, desde el mecánico al bar.


El velo en Marruecos es seguridad, protección. Una mujer que lo lleva es más respetada. Los hombres acosan -piropean, se acercan, siguen- sólo a mujeres que no lo llevan. Es un problema serio. No es difícil de ver por la calle. Hay una ong que intenta cambiar esta mentalidad. Se llama Touche pas à ma fille (No toques a mi chica). En un reportaje en la revista Actuel -donde dicen que un tercio de las mujeres ha sufrido algún acoso-, una de las fundadoras del movimiento, Zineb El Rhazoui, dice: “Es verdaderamente el problema número uno de la mujer. Nada puede justificarlo. Una mujer tiene el derecho de vestirse como quiera y de moverse libremente”. Por temor al acoso, las mujeres tienden a quedarse en casa o ponerse el velo al salir. El hombre puede pensar que la que a sabiendas no se lo pone está más predispuesta al trato con desconocidos.
Cuando le he dicho esto a un hombre, ha tendido a decirme que en las grandes ciudades es distinto. En realidad, es sólo un poco distinto. Hay más mujeres sin velo -no muchas más-, pero también hay más acoso. Una mujer -la única con la que hablé abiertamente de esto- me dijo: “En Marruecos los hombres prefieren que las mujeres se queden en casa”. Esta chica lleva sólo un pañuelo que le cubre el pelo y busca marido. Ella cuando liga, sólo habla. No hace nada más. Si cuando habla con un chico se entienden, en seguida deben llegar la presentación familiar y las promesas de matrimonio. Se quedan solos en casa cuando se han casado.






La mayoría de los chicos con los que hablará esta chica le exigirán que cuando se case deje el trabajo y se quede en casa. En casa, además, de sus suegros: “Es como si la familia del marido contratara una chacha”. Su obligación sería principalmente llevar la casa, a las órdenes de la mamá del marido. Si se niega, el marido puede repudiarla. El objetivo de esta chica es por tanto encontrar un hombre avanzado y rico para que no la lleve con la suegra y puedan alquilar un piso juntos. Lo tiene difícil.
Lo normal es lo contrario, como dice El Rhazoui: “El inconsciente colectivo masculino en Marruecos no tolera a la mujer en el espacio público. De hecho se llama chica virtuosa a la chica que se queda en casa”. Las mujeres que no admiten esa situación son uno de los grandes grupos que exige más libertad en Marruecos, también en otros países árabes, como cuentan en este libro.
¿Qué papel juega el burka en todo esto? En Marruecos no hay burkas, pero sí se ven bastantes niqabs, los velos que tapan todo el cuerpo menos los ojos. No es un símbolo específicamente religioso. El Corán pide vestir con decoro, no esconderse. El velo total no es una muestra de piedad religiosa, es una costumbre. Hay también quien utiliza el velo total para demostrar su religiosidad exacerbada. Pero no por eso es mejor musulmán.
En Europa, algunos países quieren prohibir estos dos velos totales. En España, algunas ciudades han empezado a hacerlo, entre ellas Barcelona, que lo limitará en sus espacios municipales. Siempre se dan razones similares: la seguridad, el límite a la represión de la mujer y la idea europea de secularidad.





La primera es la más clara: es lógico que en un colegio, en un juicio o en una comisaría no puede esconderse la cara; detrás del velo puede haber otra persona (en la última Loya Jirga de Afganistán tres hombres intentaron atentar vestidos con una burka; no es nuevo). De ahí a prohibirlo en todos los ámbitos, hay un paso. La secularidad recibe otras afrentas públicas, por ejemplo con los trajes de otras religiones; además en este caso no queda directamente afectada, esos velos no son un signo específicamente religioso. En cuanto a la represión, hay que valorarlo. Es cierto que vestirse así es una afrenta a la dignidad y que viola nuestra tradición. Pero sin burka o niqab esas mujeres saldrán menos de casa. Eso también viola nuestra tradición.
No estoy convencido de que haya que prohibirlo a rajatabla. Estas cosas es mejor que caigan por su propio peso. Prefiero la paciencia a la ley. Las soluciones así son más sólidas.

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